Fábrica de Dulces Elba: cuatro generaciones que endulzan La Ligua

Desde la estación de trenes de La Ligua hasta su actual ubicación en calle Ortiz de Rozas 839, la Fábrica de Dulces Elba ha preservado por más de un siglo la tradición artesanal que inició su fundadora, Elba Meneses.

Cariñosamente conocida como “la Nona”, Elba comenzó vendiendo dulces en la estación de trenes, convirtiendo su pasión en un legado familiar que perdura hasta hoy. Hasta los 92 años, trabajó incansablemente en la fábrica y dejó a su familia una clara petición antes de fallecer: “Que la fábrica nunca decaiga, que siempre siga adelante y que jamás abaraten costos”.

Ese mandato sigue vivo en su nieta, Ingrid Diocares Arévalo, quien lidera la fábrica desde hace 32 años. Ingrid ha sabido combinar tradición e innovación, manteniendo la esencia de los dulces artesanales y sumando nuevos productos, como las empanadas de queso elaboradas con queso producido por ella misma. “Todavía tengo ñeque”, afirma con orgullo, mientras organiza el negocio y cuida de sus nietos, demostrando que la unión familiar es el motor de esta empresa.

Luis Garay, hijo de Ingrid y cuarta generación de Dulces Elba, se dedica a la elaboración del manjar artesanal, ingrediente clave que define el sabor de sus dulces. Con la mirada puesta en el futuro, Luis ya piensa en la quinta generación: “La quinta generación ya está caminando”, dice al referirse a su sobrina, quien, entre juegos y risas, muestra una curiosidad natural por los dulces.

Dulces Elba es más que un negocio; es un símbolo de identidad para La Ligua. Los turistas buscan sus productos como un atractivo que combina historia, sabor y tradición. “Mantener esta tradición no es solo importante para nosotros, sino también para nuestra comunidad”, concluye Ingrid, reafirmando el compromiso de su familia con el legado que comenzó en la estación de trenes.

La elaboración artesanal de los dulces

La tradición de la Fábrica de Dulces Elba se mantiene fiel a las recetas originales transmitidas de generación en generación. Ingredientes naturales como leche de vaca, huevos de campo y manjar artesanal son esenciales para asegurar la calidad que distingue a los dulces de La Ligua.

De acuerdo con la Unesco, los productos artesanales dependen en gran medida del trabajo manual, destacando por su conexión cultural y simbólica. En el caso de los dulces de La Ligua, como los de Dulces Elba, la manufactura humana es fundamental en tareas como el armado, relleno y embetunado, lo que garantiza su carácter único. Como explica el dirigente David Plaza, “no se ha inventado la máquina que pueda rellenar, orillar, emparejar, empolvar y aplicar el betún a las palitas como se debe, que sea mejor que una mano humana”.

Esta dedicación al trabajo manual y el uso exclusivo de materias primas naturales sin colorantes, aditivos ni preservantes son características transversales que definen la identidad de estos dulces. Dulces Elba, junto con otras fábricas tradicionales como Dulces Teresa y Dulces Patricia, se distingue por su antigüedad y su compromiso con la elaboración artesanal de manjar, una materia prima central en la región.

La preservación de esta tradición es clave no solo para las familias dedicadas a este oficio, sino también para la comunidad de La Ligua. Dulces Elba no es solo un negocio, sino un símbolo de orgullo y conexión cultural, donde la calidad artesanal sigue siendo el motor que impulsa a esta empresa familiar hacia el futuro.