Dulces Los Molles: un legado familiar de esfuerzo y tradición

Jazmín Alvarado Delgado, dueña y representante de Dulces Los Molles, lidera una fábrica que combina tradición y dedicación, con más de 31 años endulzando la vida de La Ligua y sus visitantes.

La dulcería nació en los años 80, cuando los padres de Jazmín, provenientes del rubro textil, decidieron reinventarse. Sin embargo, su conexión personal con la fábrica tomó un rumbo especial al enamorarse de Hernán Arce, maestro pastelero y jefe de taller. Desde entonces, no solo formaron una familia con tres hijos, sino también una sólida sociedad en el mundo de los dulces. “Trabajamos todos los días juntos. Somos una muy buena dupla”, comenta Jazmín, quien organiza los tiempos, pedidos y compras, mientras Hernán se dedica a la producción.

El compromiso de Jazmín y Hernán con la tradición y la comunidad quedó reflejado en la creación de la “palita más grande del mundo”, fabricada el 2 de julio de 2022. Con 5 metros y 26 centímetros de largo, este dulce icónico, relleno de manjar y cubierto de betún, se convirtió en un regalo para La Ligua. “Queremos superarnos y regalar algo aún más grande”, dice Jazmín con entusiasmo.

El desafío de preservar la tradición

Pese a los logros, Jazmín manifiesta su preocupación por el futuro de este oficio. “El dulce le dio trabajo a mucha gente, pero hoy se está perdiendo”, asegura. Este problema ha sido documentado por Nina Sepúlveda Montoya (2015) en su investigación para el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Región de Valparaíso, donde señala que muchos jóvenes optan por trabajos mejor remunerados, como la minería, o buscan estudios superiores, lo que ha reducido significativamente la continuidad del oficio dulcero. Según Sepúlveda, “dedicarse a la elaboración de los dulces significa renunciar al bienestar económico” debido a los bajos sueldos y la falta de incentivos.

Jazmín advierte que “no hay jóvenes que quieran ser maestros pasteleros”, y esta situación pone en riesgo la transmisión de las técnicas artesanales. Según Sepúlveda, los pocos maestros que quedan suelen ser mayores o han migrado hacia otros sectores. Para Jazmín, recuperar el valor de este oficio es esencial para mantener viva una parte fundamental de la identidad cultural de La Ligua.

Más que dulces: compromiso con el cliente

Para Jazmín, la tradición no solo se refleja en los productos, sino también en la atención personalizada que ofrecen. “Nosotros adquirimos un compromiso con el cliente”, explica. Este enfoque, basado en la amabilidad y la cercanía, no solo fortalece la conexión con quienes compran, sino que también contribuye a preservar y respetar la tradición. Jazmín considera que su rol es fundamental: “Creo que soy el pilar, mi marido todo lo produce, pero yo organizo los tiempos, los pedidos, me hago cargo de concretar la compra”. Este esfuerzo conjunto garantiza que Dulces Los Molles siga siendo un referente de trabajo y amor por la tradición en La Ligua.

“Pastelero a sus pasteles”: un homenaje a Hernán Arce y los dulceros de La Ligua

En la entrada de La Ligua, un imponente mural titulado “Pastelero a sus pasteles” rinde homenaje a las y los dulceros de la ciudad. La obra, creada por el pintor Cardo Maleza, destaca la figura de Hernán Arce, maestro pastelero y pieza clave de Dulces Los Molles.

“Cuando conocí a Hernán Arce en la fábrica de dulces, vi a un hombre robusto y fornido con brazos de ex boxeador, realizando una actividad que más bien parecía la de un orfebre trabajando una joya”, relata el artista. “Con movimientos hábiles y repetitivos, esculpía el merengue sobre la palita”.

El mural no solo celebra a Hernán, sino también a todas las personas que, con esfuerzo y dedicación, han mantenido viva la tradición de los dulces de La Ligua. Es un recordatorio visual del impacto cultural y comunitario de este oficio, y una forma de reconocer en vida a quienes han contribuido a su desarrollo, como Jazmín y su familia, cuyo compromiso con esta tradición trasciende generaciones.